La Joven Saltillense que Murió de Tristeza y Remordimiento

por Javier Pastén (publicada en el diario de Coahuila)

Nadie sabe cómo se llamaba, pero las diferentes versiones aseguran que fue una mujer muy bonita que cuidaba a su mamá, en los finales del siglo 18 e inicios del 19, algunos incluso sitúan la historia en los albores del siglo 20.

También hay diferentes versiones de “La Taconera”, como finalmente le llamaron, pues era característico el ruido de los tacones de sus zapatos al caminar por la calle. Todo depende de quién cuente la historia, pero en lo que todas coinciden es que fue una joven que cuidaba a su mamá.

La casa de ambas pudo estar en el sector de Praxedis de la Peña y Simón Bolívar, o bajando Bravo, casi llegando a la calle de Ramos Arizpe, donde una casa antigua deshabitada en la actualidad, en el corazón de la Zona Centro.

Erick Morales, experto en leyendas saltillenses, cuenta que ellas vivían solas en alguna de estas dos direcciones, la mamá trabajaba lavando ropa ajena y era enfermiza.

La hija estaba en la casa, en donde se dedicaba a las labores domésticas, apoyar a su mamá y cuidarla cuando se enfermaba, que era seguido.

CITAS A ESCONDIDAS

Las historias cuentan que la mamá chantajeaba a su hija para que no saliera, sino que estuviera la mayor parte del tiempo con ella, e incluso unos aseguran que la encerraba para que no se saliera en su ausencia.

Sin embargo, nadie consigue explicar cómo es que la joven se hizo de un novio, algunos que cuenta esta leyenda dicen que cerca de la casa había una carnicería y el propietario del negocio empezó a galantear a la joven.

Sus expresiones de amor eran a través de cartas que él le entregaba a ella cuando acudía a comprar carne, y aprovechaban para citarse por la tarde, lejos de su casa.

Otros exponen que cada tarde que podía se escapaba para encontrarse con su novio, del cual se desconoce el nombre, pero que acudía a verlo en los terrenos que hoy ocupan el Ateneo Fuente y la Rectoría de la Universidad Autónoma de Coahuila, que en aquellos tiempos era despoblado.

Regresaba a su casa al anochecer y lo que se escuchaba eran los zapatos del caminar presuroso de la joven, de ahí el apodo de “La Taconera”, quien ingresaba a su casa y era reprendida por su mamá.

SOBREVIENE LA TRAGEDIA

Una versión más expone que esta joven mantenía un noviazgo importante con el carnicero, que a su vez era muy celoso y pensaba que la joven lo engañaba, motivo por el cual la mató, colgándola de un gancho de los que se usan para ganchar la carne, en donde ella murió desangrada.

Otro relato cuenta que la mamá, al estar continuamente enferma, no dejaba salir a la muchacha, pero ella se las ingeniaba para salir al encuentro con su novio en los rumbos de lo que hoy es la colonia República.

Uno de esos días en que la mamá no dejaba salir a su hija para ir a la cita con su novio, “La Taconera” decidió acudir a su cita y dejar a su mamá encerrada.

Luego de verse con su amado, regresó a su casa a la hora acostumbrada, pero, al abrir la puerta de su casa, en la calle de Nicolás Bravo encontró a su mamá muerta.

Esa situación hizo que entrara en un estado de tristeza, depresión y culpabilidad, de manera que no volvió a salir de su vivienda y al año siguiente también falleció.

Desde entonces, sobre la calle de Bravo, desde Bolívar hasta la escuela Miguel López, cada noche de luna llena aseguran que se escuchan las pisadas menudas de una mujer que taconea al caminar. Incluso a veces este sonido persigue a las personas que andan en la calle, hasta que se pierden las pisadas en el fondo de la noche.