Leyenda de la Cárcel Municipal de Saltillo

por Daniel Valdéz

El relato de esta ocasión tuvo lugar en un céntrico lugar, que ahora forma parte de las instalaciones del Centro Cultural Vito Alessio Robles, pero que en el siglo pasado fue la cárcel municipal y un lugar temido por los lamentos humanos que se escuchaban a través de las paredes.

Esta leyenda forma parte de los relatos del Centro Histórico de Saltillo y hace varias décadas, la hizo pública el historiador Juan Marino Oyervides Aguirre, en las páginas de El DIARIO de Coahuila.

A continuación, vamos a reproducir uno de los acontecimientos que llama la atención y que ocurrió, mientras este edificio funcionaba como “hospedaje” temporal, para quienes violaban la ley.

Con huesos humanos

Esta finca de estilo provincial, con un gran portón de madera, por la calle Bravo, era la entrada principal a las oficinas del Ministerio Público y de la cárcel municipal.

Después fue la biblioteca “Elsa Hernández” y ahora pertenece al Cecuvar.

Muchos años antes fueron las caballerizas de la casona de la familia Sánchez Navarro, de arraigo y abolengo, desde la época de la colonia, por sus enormes riquezas, como terratenientes.

El frente del inmueble está por la calle Hidalgo. En un tiempo fue sede de las oficinas de la Secretaría de Educación y también de la Presidencia Municipal, en cuyo interior están los murales que pintó la artista Elena Huerta, a petición del entonces alcalde Luis Horacio Salinas Aguilera.

Su construcción data, posiblemente de finales del siglo XVIII o inicios del XIX. A partir de 1859 fue sede de la Presidencia Municipal de Saltillo, hasta el período 1978-1980.

La parte de este edificio que nos ocupa está en la parte posterior, por la calle Bravo, donde estaba la cárcel municipal y que durante la administración del alcalde Carlos de la Peña (1984-1987), fue reconstruido y se transformó en una biblioteca.

De acuerdo al historiador, Juan Marino Oyervides, durante las maniobras de reconstrucción del edificio, se encontraron restos humanos, al demoler una de las paredes de la crujía del fondo.

Estos hechos quedaron en rumor, pues las autoridades se encargaron de que esto no trascendiera a la opinión pública.

Las paredes hablan

Sin embargo, la leyenda se registró entre los años 40 y 50 del siglo pasado.

De acuerdo a testimonios de los policías y alcaides de más avanzada edad, en ese lugar se registran fenómenos sobrenaturales.

Estos personajes, por su avanzada edad, ya no salían a los operativos policiacos y corrieron la versión de que en ese lugar se escuchaban ruidos, como sordos lamentos y el arrastre de cadenas, así como visiones difusas de formas humanas, que parecían salir de las gruesas paredes de ese edificio, sobre todo en las noches más oscuras y durante la madrugada.

Como no hubo una versión oficial del hallazgo de restos humanos, queda la incógnita sobre la época en que los difuntos fueron colocados en esos muros: ¿Sería cuando se construyó el edificio o cuando empezó a funcionar como cárcel municipal?

Por lo pronto, esta leyenda seguirá atrapada entre sus paredes.

Publicada en el Diario de Coahuila (17 Diciembre 2021)

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